Los niños y las pantallas
A la pregunta sobre cuántas horas al día pueden pasar los niños ante una pantalla (ya sea un a computadora, un móvil, una tablet o el televisor), los expertos responden que hasta los dos años ningún niño debería estar en contacto con los dispositivos digitales; para los que son algo más mayores recomiendan un tiempo no superior a las dos horas diarias.
Aunque no hay muchos estudios exhaustivos sobre el impacto de las pantallas en el desarrollo infantil, desde el ámbito de la neuropsicología hay voces que advierten que hay razones biológicas y psicológicas para argumentar que los niños pequeños no deben interactuar con los dispositivos tecnológicos porque condicionarán el funcionamiento de su cerebro y sus conductas a largo plazo.
Muchas veces las madres y los padres no saben con exactitud dónde está el límite cuando se habla de pantallas y tampoco qué herramientas utilizar cuando se exponen a este problema.
Herramientas ante el uso de las pantallas
Convenciéndoles: En primer lugar, los niños deben estar convencidos de que el exceso de tiempo de pantalla puede ser perjudicial para ellos.
Llegando a un acuerdo con los hijos: Una opción es pactar un número mágico de unos minutos u horas de tiempo de pantalla. Por ejemplo, dos horas al día en fines de semana. Pero con condiciones: nada de tabletas en la mesa a la hora de la cena, ni una hora de celular justo antes de acostarse.
Dar y recibir: El acuerdo debe ser mutuo. Si el niño no usa la tableta a la hora de la cena, las madres y los padres tampoco consultarán su celular. El ejemplo empieza por uno mismo: cuando lleguemos a casa del trabajo, olvidémonos del teléfono.
Hagámoslo divertido: Puestos a interactuar con pantallas, hagamos el esfuerzo de buscar incentivos gratificantes. Controlemos los contenidos que consumen y, si es necesario, introduzcamos premios y sanciones.
Ejercitemos su mente: El autocontrol es algo que requiere práctica. Antes de que los niños se pongan ante su pantalla, conviene recordarles cuáles son los términos convenidos. Si es preciso, se puede usar una alarma y enseñarles a planificar su “horario de pantalla” (eso incluye el acto de cerrar y guardar el dispositivo en su sitio sin que ello conlleve un drama).
Seamos persistentes: Aunque no estemos en contacto con nuestros hijos las 24 horas del día, conviene realizar un seguimiento del proceso familiar de gestión de la vida digital. La última hora del día o el último día de la semana es un buen momento para hacer repaso de los logros alcanzados o los fracasos consumados.
Busquemos actividades alternativas: Es muy importante hacer el esfuerzo de encontrar pasatiempos o deportes que a nuestros hijos les seduzcan tanto o más que las distracciones digitales.